«No se puede atajar la corrupción solamente con instrumentos legales, sino que es necesario que esté complementada con unos fuertes principios éticos.» Pedro Nonell (Director de EENI Global Business School).
La corrupción es una de las peores lacras de nuestra sociedad, afecta tanto al sector público como al privado, sus efectos son devastadores: puede derrocar países, distorsionar el mercado, financiar guerras, limitar la ayuda al desarrollo, erosionar la democracia y los derechos humanos, limitar las inversiones, favorecer la delincuencia organizada...
Los organismos que luchan contra la corrupción (las Naciones Unidas - Pacto Mundial-, Transparencia Internacional, el Foro Económico Mundial, la Cámara de Comercio internacional...) estiman que a
nivel global podría representar un 5% del PIB mundial.
El Banco Mundial (BM) estima que el coste global anual de la corrupción, es decir, lo que nos cuesta a todos los ciudadanos del mundo, es entre 1 billón y 1,6 billones de dólares.
Según estimaciones del BM aquellos países que luchan efectivamente contra la corrupción, pueden llegar hasta cuadriplicar sus ingresos nacionales, seguramente los negocios crecerían hasta un 3% más rápido y la mortalidad infantil bajaría en un 75%.
Cada año la Unión Europea pierde un 1% de su PIB (unos 120.000
millones de euros) por los efectos de la corrupción.
- Un 78% de los ciudadanos de la UE creen que el problema más grave en su
país es la corrupción
- Según Transparencia Internacional, el 5% de los ciudadanos de la UE han pagado algún tipo de soborno
- La consultora NISPA estima que la corrupción puede encarecer entre un 20
y un 25% el coste final de los contratos públicos
- La propia Unión Europea reconoce que sus propios «Estados miembros no están plenamente equipados para combatirla por sí solos».
La corrupción está implícita con la civilización, pero en esta fase de globalización y digitalización de la economía, en vez de haber sido capaces de encontrar formas y mecanismos que la anulen, la corrupción no ha parado de crecer. Existen muchas iniciativas para luchar contra la corrupción: las Naciones Unidas, la OECD, UE, la Unión Africana (UA)...
Todas estas instituciones están desarrollando códigos éticos que buscan reducir la corrupción. Pero la realidad, es que pese a estos mecanismos, casi todos ellos voluntarios, la corrupción no ha podido ser eliminada.
Desarrollar este tipo de códigos es necesario pero no suficiente:
La ética y los instrumentos legales serán sin duda los fundamentos que nos permitan erradicar la corrupción.
«La corrupción es evitable.
Ella nace de la codicia y del triunfo de una minoría no-democrática sobre las expectativas de la mayoría.» Ban Ki-moon Secretario General de las Naciones Unidas.
Según el Barómetro Global de la corrupción de Transparencia Internacional, el 90% de los encuestados dicen estar dispuestas a actuar contra la corrupción y que el 66% de los encuestados a los que se les había pedido algún pago por soborno se negaron a hacerlo.
Cualquier ciudadano o directivo, de alguna forma u otra se enfrentará algún día a la corrupción. Los principios éticos de la empresa, si ésta los tiene correctamente implementados y su convicción personal y principios serán los dos factores que le ayudarán a tomar su
decisión, pudiendo participar en la corrupción, «olvidarse» de esa operación o denunciarla.
En África, Mo Ibrahim y Strive Masiyiwa están liderando la lucha contra la corrupción.
Negocios y religión.