Involucrar a líderes religiosos como estrategia
empresarial puede ser una herramienta poderosa, pero requiere una
gestión muy cuidadosa, porque afecta a aspectos culturales, éticos y
legales.
Por qué puede ser relevante
Influencia comunitaria: en muchas regiones, los
líderes religiosos son figuras de confianza y gozan de credibilidad, más que
políticos o empresarios. En África, Coca-Cola se asocia con clérigos
cristianos y musulmanes para distribuir productos en zonas rurales,
aumentando su alcance en un 15% (McKinsey, 2024).
Canal de legitimidad social: su respaldo puede otorgar
aceptación rápida a productos o proyectos.
Difusión de mensajes: poseen redes de
comunicación propias (templos, actividades, eventos) que llegan a
comunidades de difícil acceso.
Valores compartidos: si el producto o servicio se
alinea con creencias religiosas (ej. alimentación Halal/Kosher, finanzas
éticas), la participación de líderes religiosos refuerza la coherencia.
Riesgos y precauciones
Instrumentalización de la fe: si la comunidad percibe que la religión
está siendo usada solo para vender, puede generar rechazo.
Conflictos interreligiosos: asociarse con un grupo puede alienar a
otros.
Limitaciones legales: en algunos países, la ley prohíbe usar
discursos religiosos con fines comerciales directos.
Dependencia excesiva: la reputación de la empresa queda atada a la
del líder religioso; si éste se ve envuelto en un escándalo, el daño
reputacional se traslada.
En vastas regiones rurales de África, la infraestructura de transporte, las
cadenas de suministro y el acceso a mercados formales son limitados. Sin
embargo, las redes sociales y comunitarias son sólidas, con líderes religiosos,
tanto cristianos como musulmanes, que ejercen gran influencia y cuentan con
presencia física establecida (iglesias, mezquitas, centros comunitarios).
Coca-Cola, con su ambición de “llegar a la última milla”, identificó una
oportunidad para expandir su distribución aprovechando estas redes existentes.